Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


De otra raza peor

26/01/2021

Preguntas que no obtendrán respuestas. Porque no las tienen. Aunque en sus amplios sueldos vaya implícita la responsabilidad de contestar lo que los ciudadanos les planteamos. No habrá réplica porque ellos, muchos políticos de aquí y de allá, no saben ni por dónde, ni cómo, ni con qué. Es así. Los palos de ciego no suelen acertar en cántaro lleno. La estrategia «prueba-error» no nos ha procurado más de un triste puñado de aciertos en más de 10 meses de terrible pandemia. Sí, estamos en demasiadas manos de incapaces y mentirosos. Pero lo van a negar hasta el final, el suyo o el nuestro. La única verdad es que solo les interesa seguir en el poder, al precio que sea; aunque ya se acerquen a 100.000 nuestros muertos por ese virus que son incapaces de aplacar, contener y vencer con sus tácticas de chichinabo. Hay políticos que parecen ser de otra raza peor. Es como si no fueran humanos. Sin alma. Y así son capaces de mentirnos, a voz en grito, asegurándonos que lo tienen todo bajo control cuando saben que un terrible tsunami nos va a asolar de nuevo. Se vanaglorian públicamente de lo bien que lo han hecho, cuando saben perfectamente que su labor ha sido nefasta, se mire por dónde sea. Presumen de próximos hospitales cuando de nuevo tenemos las escasas UCI hasta los topes, habiendo tenido largos meses para ampliarlas. Se vacunan de extranjis -ya no solo son “yonkis del dinero”- mientras el pueblo llano se asfixia en los pasillos de nuestros vetustos y pequeños hospitales. Si de algo ha servido la pandemia ha sido para ponernos en bandeja un retrato salvajemente real de lo que es nuestra clase política. Sobre la alpaca roñosa ha quedado a la vista de todas sus verdaderas habilidades e intenciones. Y su vocación de servicio… pero de sí mismos y de lo suyos. Somos víctimas de la más ínfima clase política de la Historia en el peor momento imaginado. Llegados a este punto, solo queda preguntarnos porque siendo conscientes de su mala praxis, esa misma que suma cientos de muertos a diario, no se van. Y para no volver. También cuesta entender cómo es posible que sus propios compañeros de partido no se atrevan a salir públicamente para enmendarles la plana cuando es la propia salud de sus propias familias la que está en juego. Seguramente porque son iguales que ellos. O sueñan con serlo. De otra raza peor.