Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


Los premios del optimismo

19/10/2020

En el calendario cultural hay dos días que relucen especialmente. Uno, la entrega del premio Cervantes. Otro, ese viernes de octubre de los Premios Princesa de Asturias que organiza la Fundación que lleva el nombre de la heredera al trono de España y que preside un médico humanista de talla mundial como el oftalmólogo Luis Fernández-Vega. Estos premios los llevo en mi corazón. Tuve la suerte en 2001 de estar en el Teatro Campoamor de Oviedo. Aquel año el tío de mi mujer, el eminente romanista Juan Iglesias, recibió el Premio a las ciencias sociales. El recuerdo de la entrada de los premiados bajo gaitas entonando El Xarreru y posteriormente el cierre con el himno de Asturias, me acompañará siempre. El acto de este año reunió connotaciones extraordinarias. Alejado del Teatro Campoamor y en el bello Hotel Reconquista, se celebraba el 40 aniversario de la Fundación. Esta excepcionalidad bien que la resaltó el doctor Fernández-Vega en un discurso inteligente en el que reivindicó, en tiempos de pandemia, el optimismo que representan estos premios como reunión del mérito y de la excelencia. Me gustó Carlos Sainz al recoger su premio y exhortar a la juventud a luchar por sus sueños y evitar el remordimiento que supone no intentarlo. Me sorprendió la escritora Anne Larson que nos desveló el rostro serio que los españoles mostramos al mundo. Ese que nunca sonríe -subrayó- sin una razón para hacerlo. Emotivo fue el momento en que el doctor Guerrero recogió el premio en nombre de todos los sanitarios y reivindicó ese héroe discreto que sostiene anónimamente la unamuniana intrahistoria de España. Tras las palabras de la Princesa Leonor, el Rey Felipe eligió para abrochar su excelente discurso una frase lúcida del gran Pérez Galdós: «nuestra historia está en el vivir lento y casi siempre doloroso de la sociedad, en lo que hacen todos y en lo que hace cada uno». Acabé emocionado, lo confieso. España sigue viva, me dije. Una vez más, al pueblo español lo engrandece un puñado de hombres y mujeres buenos junto a nuestro Rey.