Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


Pobres

10/11/2020

Gracias a la pandemia seremos pobres por encima de nuestras propias posibilidades. Aunque nunca hayamos sido otra cosa. Para caer en las fauces de esta nueva pobreza ya no es necesario no haberlo sido antes. Al contrario sí. Los nuevos ricos dan mucho el cante porque no saben serlo sin que se les note. Al potentado de verdad sólo se le descubre cuando él quiere y le apetece. Presume de haberse ganado la vida con sólo nacer. El Covid-19 es la tumba de la clase media. Se acabó soñar con ser algo más que indigente, o casi. Una multitud de limosneros frente a unos pocos opulentos. Lo del estado del bienestar pasará a ser como lo del sueño americano para los inmigrantes en USA: una quimera rotulada en letras de neón rosa. Dicen que los latinos votaron a Trump porque no quieren volver a sufrir hambrunas comunistas, como las de Cuba o Venezuela. Prefieren seguir lavando pick-ups y sirviéndoles perritos calientes a los rednecks en su particular tierra prometida. También lo hicieron para que, su ahora expresidente, no deje pasar a más de sus primos a su falso paraíso. Ellos ya se consideran yanquis. Casi europeos. Presumen en selfies de pieles más pálidas y pelos más lacios, mientras se disfrazan con marcas pijas falsas para asemejarse a sus jefes; esos mismos que los detestan y contratan por tres dólares la hora. Ahora que vamos a ser todos mendigantes, ¿qué va a pasar con todos esos que siéndolo -aunque lo nieguen o no lo sepan- odian a los que lo son de verdad? El virus ha venido para fundirlos en una miseria post-moderna que, ojo, sólo se da en los países acomodados. Esa misma que no nos matará de fame, pero sí de tristeza. Sólo habrá para comer y mal. Pero que nadie se equivoque, la vida nos la ganamos todos al nacer. Y sí, a partir de ese momento, ya todo es perder.