Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


El señor Arias

13/04/2021

«A la peluquería ya solo voy para que me arreglen las puntas», me dijo un día un castizo calvo. En mi caso, y desde los 16 años, me ha ido pelando (con eficacia) un barbero llamado testosterona. Pero me gusta ir a las peluquerías de caballeros como cuando era un niño. Saboreando el recuerdo de aquellos salones donde se hablaba de fútbol, de toros y toreros y hasta de señoras. Ya quedan pocos peluqueros y barberos. Ahora son todos estilistas y asesores de imagen. Cerca del Estadio Bernabéu, en Peluquería Parra, he encontrado a un peluquero de los de toda la vida, como es el señor Arias. Lleva casi 45 años en el oficio desde que ya con 13 se lo enseñó su maestro don Manuel Vilches de Torredonjimeno. Por las manos de Arias han pasado testas privilegiadas como las de Di Stéfano, Gento, Sancho Gracia, Legrá y Andrés Vázquez. Tiene Arias bien aprendida la pócima mágica de este oficio: atención personalizada, respeto, confianza, prudencia, lentitud y unas manos ágiles. Arias viene de un tiempo de sillón de barbero antiguo con doble rejilla y reposapiés, con olor a colonia de Varón Dandy , Álvaro Gómez o aftershave de Floïd. Una época de barbería con brocha de pelo de caballo, navaja de Albacete con asentador para darle filo y peluqueros embutidos en bata de nylon blanca con tijera y cepillo en el bolsillo. Un tiempo de aprendices barriendo el pelo sobrante y mucho cotorreo en el ambiente. El señor Arias me recuerda a mis peluqueros de aquel Albacete. Allí reinaba Sotoca, el del Casino Primitivo, quien luego iba por las casas pelándonos a los niños. También me acuerdo de la peluquería de la Plaza Mayor con Lucas Sánchez, quien luego abrió salón destacado en la calle Ancha junto a su inseparable Pepe. No me puedo olvidar de El Reli en su barbería de la calle de San Agustín con la mejor tertulia taurina de Albacete. Ni de la peluquería Rex frente a la vieja Estación. Tampoco del amigo Vicente Leal que llegó a la ciudad tras enseñarle esa figura mundial que fue Durán. Las maquinillas, las prisas, la carencia de maestros, se llevan por delante este oficio. El señor Arias es una especie en extinción.