Legorburo ya tiene el visto bueno de Patrimonio para reabrir

Francisco J. Martínez
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Los gestores del local comercial estudian ofertas de empresas interesadas en instalarse en el inmueble de la calle Ancha

Legorburo ya tiene el visto bueno de Patrimonio para reabrir - Foto: Rubén Serrallé

Desde su peatonalización, la calle Ancha luce en todo su esplendor y esta circunstancia no pasó desapercibida ni para inversores urbanísticos ni para grandes cadenas comerciales que buscan locales atractivos para instalarse en que podríamos denominar milla de oro albacetense, similar, salvando las distancias, a la calle Serrano madrileña. Uno de los lugares más emblemáticos de la nueva, aunque antigua, calle Ancha, es el edificio Legorburo, expresión máxima de una época de desarrollo y transformación del centro urbano albacetense. El local comercial, antaño ocupado por una ferretería, juguetería y papelería, duerme desde hace décadas con las persianas de la entreplanta bajadas y sus puertas cerradas a cal y canto, mientras el paso del tiempo deteriora su interior y su fachada, en la que cuelgan grandes carteles publicitarios para disimular el estado deteriorado del inmueble.

Unos empresarios locales lograron hacerse con la propiedad hace unos meses y comenzaron a trabajar para devolverle la actividad a un local comercial muy apetecible, más si cabe desde la peatonalización. Después de meses de trabajo y negociaciones por parte de un equipo técnico multidisciplinar, Patrimonio emitió hace pocos días una resolución favorable para que comience la recuperación del local de la ferretería de Legorburo y que, dentro de unos meses, abra sus puertas el nuevo Legorburo, que retrotraerá a más de un albacetense a décadas atrás.

El proyecto de rehabilitación de la ferretería Legorburo intentará adaptar todos los espacios al siglo XXI, pero con el mantenimiento de los elementos que sus creadores originales intentaron plasmar en su construcción a finales de los años 40. De esta forma, la escalera se recuperará en su totalidad e, incluso, tendrá continuación en la bajada al sótano, ya que en la actualidad esa parte no existe. Así mismo, se mantendrán las molduras de yeso de los techos, que es uno de los elementos de Art Decó presentes en la construcción. Otros elementos, hoy desaparecidos, se recuperarán intentando mantener su esencia original, como es el caso de las cajoneras de madera, cuyos cajones desaparecieron con el transcurso de los años. Hay que tener en cuenta que la legislación en cuanto a seguridad es estricta para abrir un local comercial y habrá elementos que se deban adecuar a la normativa vigente. En el sótano, permanecerán las bovedillas entre las vigas metálicas y el letrero de las dos fachadas -calles Marqués de Molins y Mayor-, donde figura «Legorburo. Armería. Ferretería», también será respetado de forma íntegra.

La resolución favorable de Patrimonio era el principal escollo que había para desbloquear una situación de deterioro del inmueble que se alargaba ya demasiado en el tiempo y que permitirá a la ciudad recuperar un edificio emblemático del centro urbano.

¿Qué actividad acogerá? Una de las grandes incógnitas que existe ahora mismo sobre el local de la ferretería Legorburo es qué negocio albergará en un futuro que se antoja muy cercano. Los actuales gestores mantienen negociaciones con varias cadenas comerciales de ámbito nacional e internacional, pero en la actualidad no hay ningún contrato firmado y se estudian varias propuestas que están encima de la mesa. Tras alcanzar el visto bueno de Patrimonio la situación del local comercial se desbloqueó por completo y el interés por un inmueble emblemático de la ciudad creció exponencialmente.

Un cartel publicitario que preside la fachada de la antigua ferretería Legorburo reza «Ser únicos nos hace diferentes». El inmueble, protegido en cuanto a su arquitectura se refiere es diferente, lo que lo hace único, y tiene el encanto de la España del desarrollismo de la posguerra, de una época que se fue y no volverá, pero, al menos, dejó vestigios de tan bella factura como este local comercial, base de un edificio histórico de la ciudad, que volverá a la actividad en los próximos meses y contribuirá a que la vida de la calle Ancha sea más bulliciosa, si cabe.