Elena Serrallé

Elena Serrallé


El silencio de los jóvenes

31/05/2023

Una de las comidillas que han surgido a raiz de los comicios electorales que tuvieron lugar el pasado domingo es la escasa participación de los jóvenes en ellos. Me preocupa y llama mi atención.
Recuerdo perfectamente cuándo voté por primera vez, me sentía ilusionada, expectante, importante. Me sentía mayor, responsable, formal y hasta feliz, mi opinión se tendría en cuenta. Me sentía integrada en la sociedad, contaban conmigo. Lo viví como un hecho histórico en mi biografía. 
Muchas voces opinan que los chicos de hoy en día están sobrados de todo, que son unos desinteresados, que hacen del pasotismo su bandera. Dicen que son unos mimados y que, como no les falta de nada, no saben ni lo que quieren. Holgazanes, caprichosos, ninis.
Pero quizá el análisis de esa abstención veintiañera hay que abordarlo desde otra óptica. Quizá se sienten desmotivados porque no ven salidas profesionales, sin opciones a trabajos estables y dignamente remunerados, sin posibilidades de acceder a una vivienda, lo de la capacidad de ahorro es directamente una utopía. Quizá piensan que no sirve de nada votar, que los adultos están a otras cosas. Quizá, no yendo a las urnas están clamando a gritos una necesidad imperiosa de ser escuchados, de ser tenidos en cuenta. Quizá ese silencio electoral es una voz rotunda que pide ayuda.
Esa generación debe ser tenida en cuenta, pero posiblemente lo más importante es conseguir que ellos sientan que se les está teniendo en cuenta.
Ya lo dijo San Juan Bosco, «no hay jóvenes malos, sino jóvenes mal orientados».