Elena Serrallé

Elena Serrallé


Érase una vez un padre

20/03/2024

Érase una vez el ejemplo más claro de amor incondicional, el manantial que hidrata mis días y riega mis raíces para que crezcan robustas y fuertes ante las adversidades, el cuidador de mis noches febriles y el vigilante de mis días duros, el consejo perenne, la más maravillosa sensación de seguridad y de protección.
Érase el faro siempre iluminado en mitad de la oscuridad, el guía de mis pasos a veces torpes, otras inseguros, siempre bien dirigidos gracias a su voz serena y a su brújula perpetua. Érase el que siempre perdona y siempre está de guardia con la persiana subida y la luz encendida. El que nunca reprocha y nunca pronuncia una palabra desalentadora.
Érase el modelo de sacrificio, la entrega sin contraprestación, la generosidad más abrumadora, el abrazo terapéutico, el guardián mejor entrenado y el ser más inspirador. Érase un superhéroe.
Érase el león más valiente, el soldado más aguerrido, el escudo mejor fabricado y el muro mejor construido.
Érase el origen, el camino y el destino, el perfume de sentirse en casa, el espíritu más noble, mi persona vitamina. Érase el pilar. Érase la roca. Érase el motor.
Érase una vez un rostro surcado por la vida y una cabeza nevada por los días, unas manos manchadas por el tiempo y una mirada octogenaria. Érase el afán por vivir y por aferrarse a permanecer. Érase una vez el canto a la esperanza.
Érase la elección a la que no fui invitada y de la que más orgullosa me siento. Érase una vez un padre, mi padre.

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