Roberto Benigni nos sorprendió hace unos años con una joya cinematrográfica que ocupa un lugar privilegiado en las listas de pelis preferidas de muchos de nosotros. Sólo al genio italiano se le pudo ocurrir la sorprendente idea de titular La vida es bella a una historia que contaba el transcurrir de los días de un padre y su hijo pequeño en un campo de exterminio nazi en plena II Guerra Mundial. Lejos del enfoque bélico y terrible del escenario, el protagonista ponía todo su empeño en convencer al niño de que aquello era un juego que consistía en obtener el máximo de puntos posible para conseguir el gran premio, un carro de combate. 
Salvando las distancias obvias, ha alcanzado cierta notoriedad un Roberto Benigni ucraniano aficionado a la red social tik tok que es la que utiliza para comunicarse con su familia, especialmente con su hija pequeña. La noticia se ha hecho viral, así como los vídeos que cuelga en su perfil. Impacta contemplarlo vestido de soldado, armado, en medio de la invasión de las tropas rusas y haciendo el moonwalk de Michael Jackson. Impacta su actitud, esa en la que el perfil de padre está por encima de todo, incluso de las bombas, los disparos y los pulsos de poder. Impacta, y mucho, el amor que pone en cada una de esas performances. Por más padres así, por más personas así.
Le deseo un final feliz, por supuesto uno más feliz que el de la historia de ficción. Este padre se merece ese final final, se merece una vida bella en la que el premio no sea ganar un tanque militar sino el abrazo de su hija.