Medio mundo hablando de la venganza musical de Shakira hace que me sienta en la obligación de comentar desde este rincón el efecto de la estrategia de esta mujer dolida.
La colombiana juega con ventaja por dos motivos, el primero es que es una mujer que cae bien y si la comparamos desde esa perspectiva con Piqué, esa simpatía hacia ella se dispara exponencialmente. El segundo es que es la traicionada y, lejos de secar sus lágrimas y curar sus heridas en la intimidad, ha decidido no solo gritarlo a los cuatro vientos sino, lo que es más prágmático, rentabilizarlo.
Opiniones de todos los colores. Por supuesto todas respetables. Algunas voces la encumbran como símbolo del empoderamiento, otras como ejemplo de ordinariez y poca elegancia. Las hay que se preguntan por el bienestar de los hijos, que se encuentran en medio del fuego cruzado mientras su madre se desgañita haciendo un corte de manga y su padre se apea airoso de un Twingo. 
La del Waka Waka no se han andado con sutilezas, no ha usado metáforas en sus mensajes, ni ha tirado de jeroglíficos, ha disparado contra el padre, la abuela y la madrastra de sus hijos, y se ha quedado tan a gusto. Le resultará terapéutico.
Yo personalmente me quedo con la Shakira que ganó el Premio Global de Literatura, no por la poesía en sus letras, sino por lograr que miles de niños en todo el mundo en situación del más cruel analfabetismo aprendieran a leer y escribir gracias a su fundación "Pies Descalzos". Eso si es ser latina influyente.
Por cierto, me quedo con el Casio, que tiene calculadora.