Sacar los Presupuestos Generales del Estado adelante tenía un precio excesivamente alto, objetivo a batir: el segundo idioma más hablado en el planeta. Sobre la mesa la enmienda firmada por el PSOE, Unidas Podemos y ERC para eliminar el castellano como lengua vehicular en la nueva ley de educación.

Como es lógico, todo lo que huela a España levanta ampollas y provoca náuseas a quienes, no solo no la sienten, sino que la odian. Lo que ya no es tan lógico, para nuestra desgracia, es que precisamente esas voces están ocupando escaños desde los que dibujan la hoja de ruta del país.

Sí, mis queridos compatriotas, en España cortan el bacalao los separatistas y los proetarras y quien no lo quiera admitir es que ni escucha los informativos, ni lee la prensa, ni asiste a este delito continuado de asesinato a la nación. El recurso de los acomplejados, de los resentidos es siempre el mismo, destruir.

Alimentamos a la bestia desde hace años. Fuimos unos ilusos al pensar que los partidos minoritarios, separatistas todos ellos, no iban a engordar gracias a los apoyos envenenados a PP y PSOE. Todo valía, y no se filtraban las concesiones (generalmente económicas) a cambio de garantizar sillones y ahora, con el monstruo crecidito, pagamos el precio de la venta de mi España a mercenarios que la repudian y le escupen.

Somos unos cobardes los que callamos, los que permanecemos pasivos ante este ultraje. España agoniza y no hacemos nada por evitarlo. Con el miedo por bandera no se defiende absolutamente nada.