Elena Serrallé

Elena Serrallé


Mi lista negra

26/04/2023

Será que con la edad nos volvemos más intransigentes, menos pacientes, o, sencillamente, más cascarrabias, pero he detectado que cada vez me irritan más determinados comportamientos.
No soporto a los listillos, a los que se saltan las colas, a los que interrumpen sin respetar las normas más básicas de una conversación. Tampoco a los incívicos que arrojan por la ventanilla del coche el paquete de tabaco vacío dejando tras de si el rastro de la mezquindad. 
No aguanto a los que buscan el chiste fácil a costa de ridiculizar a los demás, me deprimen, me repelen, abonan mi rechazo más frontal. No me gustan los mentirosos, son personas huecas abocadas a vivir una vida miserable. Lejos de mí los victimistas que te arrastran a su castillo tenebroso para chuparte toda la energía con su discurso lastimero y monótono. Me enervan los cotillas, los sedientos de chisme ávidos por crucificar a quien, generalmente, admiran desde los más profundo de su ser. Hienas peligrosas sin principios ni ética.
No me cae bien la gente clasista, la que va por el mundo juzgando y tachando sin conceder oportunidades, despiertan mi emoción de pena. Les compadezco.
Me irrita cuando un adulto se dirige a un niño usando ese tono de voz chillón y ridículo subestimando su inteligencia y preguntando cuestiones obvias. 
Me alteran los «sangredehorchata», los que se han quedado sin batería, los pusilánimes, los que son incapaces de reaccionar.
Será que conforme voy peinando cada vez más canas, me vuelvo más selectiva, más cuidadosa de mi entorno, o quizá más rara.

ARCHIVADO EN: Tabaco