Juan L. Hernández Piqueras

Juan L. Hernández Piqueras


La convención

07/10/2021

Los asistentes a la clausura de la convención del PP salieron de Valencia este fin de semana eufóricos y convencidos de que en el coso taurino levantino sonaron los clarines que anuncian una victoria electoral, en unas elecciones que todavía ni siquiera tienen fecha de celebración, y que desde la plaza de toros de Valencia hasta la Moncloa solo les separa ya una marcha triunfal. Suele ocurrir en este tipo de actos, de hecho se celebran para eso, para elevar la moral de la tropa, hacer piña entre correligionarios y dar un baño de masas al líder de turno en el momento adecuado en el que lo necesita moralmente. Se llama convención que suena como algo más profundo, pero no deja de ser un mitin maratoniano.
Pablo Casado lo necesitaba, tanto para reforzar la solidez de su liderato como para taponar algunas grietas ante quienes lo ponen en duda casi desde sus orígenes. Para Casado ganar las próximas elecciones es vital, se juega su futuro político y eso eclipsa todo lo demás. Es tanta la preocupación por su futuro que hace ya tiempo que se olvidó del futuro del país que ansía gobernar. Y la convención ha venido a demostrarlo en la itinerante semana de su celebración, en la que no hubo un solo momento para reforzar una derecha moderna, liberal y centrista que no apareció ni por asomo en todo su desarrollo; al contrario, todos los movimientos registrados se desplazan hacia una ultraderecha tramontana y anclada en el enfrentamiento con la izquierda por moderada que esta sea. En la convención no se dejó ver por ningún lado la opción de dotar a este país de la derecha que necesita, y en eso Casado no salió reforzado cuando ya tenemos a Ayuso e incluso a Abascal.