Elena Serrallé

Elena Serrallé


Ni perdono y ni olvido

07/07/2020

Aunque esta semana me ofrece un generoso ramillete de temas rabiosamente actuales para construir mi columna, como pueden ser el funeral de Estado por las víctimas mortales del Covid-19, el día de la justicia gratuita y del turno de oficio, las elecciones gallegas y vascas, la ausencia de chupinazo, la ruptura de Ponce y Cuevas o la final de Master Chef, el eje de este artículo hace mucho tiempo que lo tengo definido. Como no perdono y como no olvido, quiero homenajear con mi humilde montón de palabras a Miguel Ángel Blanco.
Hace 23 años ETA te secuestró, durante dos días utilizó tu vida como moneda de cambio en un chantaje imposible y finalmente disparó dos tiros en tu nuca. Te encontraron agonizando y mortalmente herido en medio del monte. Luego te fuiste. Qué caro te salió el abrazo a las siglas de un partido político democrático.
Aún se me eriza la piel y acuden las ganas de llorar cuando vienen a mi memoria imágenes de aquellas horas pegajosas por el calor propio de las fechas estivales. Tu cara de buena gente en blanco en negro abría todos los telediarios. Tu familia rota pedía clemencia. España, más unida que nunca, exigía tu regreso a casa y tu libertad. Qué ilusos fuimos. No hubo un feliz final.
Luego pintamos nuestras manos del color de tu apellido y las calles se nos quedaron pequeñas mientras gritábamos «basta ya». Tu historia me marcó, me marcó mucho. Aprendí a odiar, lo reconozco. Rabia. Dolor. Sinrazón. Respulsa. Náuseas. Asco. Ni perdón. Ni olvido.