Juan L. Hernández Piqueras

Juan L. Hernández Piqueras


Libertad y responsabilidad

21/04/2022

Han transcurrido hasta este jueves las primeras 24 horas sin estar sometidos a la obligatoriedad de llevar la mascarilla puesta en nuestro quehacer cotidiano, salvo en las excepciones contempladas en el real decreto por el que se ha puesto fin a la medida más simple y sencilla de las que se nos dotó para hacer frente al Covid-19 allá por la infausta primavera de 2020, cuando fue decretada la obligatoriedad de su uso y con la que hemos tenido que convivir durante 700 días, que se dice muy pronto.
Se acabó la rutina con la que ya habíamos asumido la pequeña esclavitud de tener que portar la dichosa mascarilla allá donde quiera que fuéramos. Ya no será necesario volver a subir al piso apenas habíamos bajado a la calle y nos dábamos cuenta que se nos había olvidado la careta en cualquier rincón de casa; ya podemos evitar esos incómodos instantes en que nos topábamos por la calle con un conocido al que no éramos capaz de conocer, embutido bajo un sombrero, con gafas de sol y, por supuesto, con la máscara puesta. Por fin las mascarillas quedan atrás y damos un paso importante en dirección a la normalidad deseada que nos permite avanzar hacia un rearme de nuestra socialización que tanto se ha deteriorado e introvertido en estos dos últimos y largos años. Llega, eso sí, el momento en el que deberemos saber conjugar dos conceptos que a lo largo de esta dura pandemia han estado en boca de todos pero no en la actitud de tantos como debería; es a partir de ahora, que ya se ha dado el visto bueno para prescindir de una de las señas de identidad de la plaga, cuando quedará en nuestras manos la libertad y la responsabilidad de hacer un buen uso de ellas.

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