Óscar Dejuán

Óscar Dejuán


La paz de la Navidad

04/01/2021

Navidad y paz son palabras que suelen aparecer juntas. Ya en la primera Navidad, los ángeles cantaron: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra al hombre paz». En su discurso de despedida, tras la última cena, Jesús recordó su regalo más preciado: «La paz os dejo, mi paz os doy». Y añadió una misteriosa coletilla: «no os la doy yo como la da el mundo». 
La paz que nos trae Jesús es algo más que la ausencia de guerras. La paz exterior es muy necesaria, pero él quiere regalarnos algo más profundo y duradero: la paz interior. Algo que nadie ni nada podrá sustraernos pues surge de la certeza de ser hijos de Dios. Ese es precisamente el significado exacto de Enmanuel: Dios con nosotros. 
Tampoco se trata de la paz del desierto o del cementerio, la que resulta del aislamiento personal o del miedo al poderoso. La Biblia insiste que la paz se fundamenta en la justicia y requiere un esfuerzo continuo por nuestra parte. Jesús no llama bienaventurados a los que duermen en paz sino a los que trabajan por la justicia y la paz, siendo justos, misericordiosos y mansos. 
Alguno de mis lectores estará pensando que la guerra ha dejado de ser un problema en Occidente. ¿Seguro? Lo mismo decían los europeos hace un siglo y en los 30 años siguientes se masacraron en dos guerras mundiales. Otros presumen de haber aprendido a dirimir las diferencias políticas en sede parlamentaria. ¿Se refieren a ese hemiciclo donde se libran las más escandalosas peleas de gallos? Y qué diremos de la violencia familiar. Levante la mano quien no tiene problemas de convivencia en su hogar. 
Nuestro propósito para el 2021 debiera apuntar al cultivo de la paz interior, la necesitamos más que nunca.