Óscar Dejuán

Óscar Dejuán


Luz, chispas y euros

20/09/2021

Hace un año el megavatio de electricidad por hora (MW) se pagaba en España a 50 euros. Hoy está en 188. Nos situamos a la cabeza de la UE en precios y rapidez de escalada. En Francia, en el mismo periodo, el precio de la electricidad ha subido de 60 a 101 euros. 
Para explicar la evolución de un precio en el corto plazo hay que tener en cuenta las fuerzas de demanda, las de la oferta y el tipo de mercado que casa una con otra. De la demanda hay poco que hablar. Si viene una ola de frío polar subirá la demanda de electricidad y su precio. 
La oferta se refiere a los MW que cada empresa lanza al pool energético. Empiezan ofertando MW las empresas nucleares pues son quien producen más barato. También las renovables, pero solo si hay viento y sol. Acaban las plantas de ciclo combinado que, por basarse en la quema de gas, son las más caras y contaminantes. En el mix energético encontramos la primera causa del alto precio. Francia genera el 70% de su electricidad en centrales nucleares. España el 23% y ya ha condenado a muerte a las siete centrales que le quedan.
La segunda causa radica en la gestión del mercado eléctrico. Los economistas españoles quedaron satisfechos tras imponer (artificialmente) el modelo que explican en sus clases de Microeconomía. El precio lo marca la última energía en entrar que, por definición, es la más cara. 
Urge desmantelar el sistema actual. Mejor limitarse a encauzar la tendencia natural hacia precios estables basados en el coste medio. Se conseguirá permitiendo que los consumidores fijen con los proveedores de su elección un precio revisable anualmente. Lo peor (o mejor) que podría pasar es que las plantas donde se queman combustibles fósiles hubieran de cerrar y ser sustituidas por otras basadas en energía renovable y nuclear.