Ya están aquí, ya han llegado, con el verano todavía de cuerpo presente ya ha comenzado el ciclo de pelis americanas acerca del día de acción de gracias. Algo que no me explico es cómo los yanquis ostentan una de las mayores tasas de obesidad del planeta si se pasan el día cortando verduras. A todas horas. Es repetitiva la típica escena en esas cocinas recién salidas de la revista El Mueble, con una isla como una rotonda y acompañando la tarea con una copa de vino (no verás una Mahou). El personaje siempre está preparando una ensalada, o una menestra, o una ensaladilla rusa, porque siempre, siempre, está cortando verduras. ¿A que nunca los veis preparando un cocido o haciéndose un bocadillo de tajás de tocino? Claro que, ¿qué sabrá esta gente de lo que es un bocato di cardinale?
¿Y qué me decís de los partidos? Ya sea béisbol, hockey, basket, rugby, siempre en el último segundo, de la última jugada, del último partido de la liga se decide el campeonato y siempre ganan los buenos. Qué previsible, en cambio llegan los Campeones de Javier Fesser y se quedan segundos y, aunque al principio te descoloca ese giro inesperado del guión, resulta que el mensaje que lanza no puede ser más ilustrativo y didáctico. (Ala, ya lleváis la dosis de spoiler del día).
En aquellas pelis perfectas no hay feos, todos son rubios con los ojos azules, deportistas, veganos, expertos en artes marciales, ordenados, el día de Navidad siempre nieva y todos acaban riendo a carcajadas, pero yo me quedo con el producto nacional, más que nada por el cocido.